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Pintura  - Domingo 16 de octubre de 2011 -

Emociones conectadas

El pintor murciano José Hurtado Mena presenta en la galería Chys su nueva exposición, ´Nexo´, en la que "cada obra es un pequeño mundo"

JOSÉ HERNÁNDEZ

Dos años han pasado desde la última exposición individual de José Hurtado Mena, Essentia, en la que desnudaba su pincel de complejidad estética y buscaba la representación más profunda y esencial de los objetos. De esa necesidad de captar la realidad existente y sacarla a la luz deriva su nueva colección, titulada Nexo, que desde el 3 de octubre y hasta final de mes puede visitarse en la galería Chys de Murcia.

«No es una exposición al uso. Lo más habitual es que los cuadros mostrados profundicen sobre un tema en común, pero en este caso he querido que las obras sean como pequeños mundos distintos unos de otros», explica el autor.

Un vistazo a los cuadros expuestos desvela la heterogeneidad que los caracteriza: están realizados con técnicas distintas, en formatos diversos y con motivos que no sugieren una pauta, un nexo, lo cual convierte el título de la exposición en una paradoja. Óleos que retratan la ciudad de Murcia o el Santuario de la Fuensanta, dibujos que retratan rostros en blanco y negro, estallidos de color en el interior de una plaza de toros, visiones bucólicas o esquemáticas de la playa o el campo...

«He actuado con total libertad, sin preocuparme por mantener un estilo estético a lo largo de todos los cuadros. Cada motivo me ha sugerido una cosa distinta y unas herramientas adecuadas para transmitirla», desvela Hurtado Mena. «Lo importante para mí era interpretar esa primera emoción que sentía al mirar algo, que hacía que surgiera la necesidad de pintarlo y entenderlo».

En este sentido, el Nexo al que se refiere el título de la muestra «no se refiere al tema de los cuadros, sino a la relación que se establece entre el pintor y la obra, y a su vez entre esta y el que la ve. El cuadro actúa de esta forma recogiendo las emociones y reflejándolas sobre el espectador».

Las obras que componen la exposición se convierten de esta forma en pequeñas cápsulas del tiempo, en sentimientos embotellados sobre un lienzo o un papel «para que no se pierda esa emoción del primer momento», y se tornan, como el autor indica en el catálogo, en «un reflejo del deseo, la memoria y la realidad».

Hurtado Mena destaca, por ejemplo, la estampa que realizó del Santuario de la Fuensanta, «captada al atardecer, con una atmósfera irreal cayendo sobre la ciudad y el último rayo de sol incidiendo sobre el blanco incandescente del santuario».

En su entusiasmo, confiesa que «si volviera al estudio seguiría pintando varios de estos cuadros, porque hay algunos que siguen vivos». Y es que a la hora de decidir si una obra está finalizada, para el pintor murciano «hay que establecer un diálogo con ella mientras la trabajas, encontrar la fórmula para entenderla y mantener viva la emoción mientras pintas. Una vez que este diálogo se acaba y se descifra el objeto, hay que pasar a buscar otras emociones para plasmarlas en otros cuadros». Y en este diálogo entre arte y artista, «uno va cambiando el paisaje que retrata, pero al mismo tiempo la obra también te cambia».

De esta forma, su colección se transforma en «una especie de libro o de película, en la que se enlazan distintos capítulos que cuentan cosas muy distintas, pero que en el fondo se enlazan entre sí engrosando la visión del mundo, como ocurre con la propia vida».

P.A.C. CRITICA DE ARTE - ESSENTIA -

La necesidad expresiva, convertida en el motor que mueve la inquietud del artista, precisa en muchas ocasiones -menos de las que sería conveniente- del cambio, del abandono, momentáneo o definitivo, de los modos conocidos, de las formas de hacer en las que ha cimentado la seguridad de la obra -y su autor- para aventurarse en territorio no del todo conocido con el propósito de avanzar o de ir contracorriente, incluso de las propias ideas.
El resultado importa, pero aún más la experiencia, el disfrute ante lo que se consigue y las enseñanzas que provienen de los fracasos (el empecinamiento no conduce a nada, golpear la cabeza contra el muro no lo derriba y suele provocar lesiones irreversibles), pues, de la suma de todo surge el logro, la justificación -si fuese necesaria- del cambio.
Si contemplamos la serie de dibujos que José Hurtado Mena expone en la galería Chys, y los comparamos con su obra reciente anterior, de inmediato se aprecia el cambio en el autor, al instante se sabe que se asiste a la presentación de los resultados de una aventura consciente, pensada y puesta en práctica con la intención del crecimiento personal.
La ausencia casi de color -frente a la importancia dada hasta ahora-, que llega a desaparecer en algunas piezas, el protagonismo absoluto del dibujo -la materia no tiene aquí sentido, frente a la riqueza de empastes anteriores- y la adecuación a lo que se llama realidad, suponen auténticas rupturas; no tanto, como se podría suponer, a lo que se hace hoy -el video y la fotografía no hacen más que reproducirla-, sino con su propia obra, que, sin embargo, no queda marginada ni superada porque no es esa la intención del pintor, pues, lo que ha pretendido es darse a sí mismo la oportunidad de, a partir de la complejidad del dibujo pormenorizado, llegar a la simplicidad expresiva, a la desnudez de las cosas. Y lo ha conseguido.

Cultura "LA VERDAD", 10.11.09 - Pedro Alberto Cruz.

Semanario

de La Verdad10 de febrero de 2008
CRITICA DE ARTE

 

http://servicios.laverdad.es/ababol/pg071013/suscr/nec7.htm
HURTADO MENA, EN CHYS
Hurtado Mena, un pintor ya veterano, siempre ha mostrado en sus obras una preferencia constante por la temática urbana de Murcia. Contemplar sus cuadros supone para quienes se pasean a diario por calles y rincones, un acercamiento a la vida ordinaria, un calor ciudadano, pero también es capaz de romper estos moldes de acercamiento y enfrentarse a otro urbanismo tan lejano y distinto como el que ofrece la atractiva ciudad de Roma. Ahora presenta en Galería Chys Atmósferas efímeras, su última visión del ambiente urbano, en el que reaparece su deseo de plasmar la ciudad silenciosa o las entrañas de la huerta aún viva. Hurtado Mena dispone, a la hora de captar el paisaje, de unas posibilidades no utilizadas del todo, acaso, porque ha encontrado en su realismo una sensación de efectividad. Pero hay cuadros en los que parece brotar una leve liberación de ese lógico aferramiento; cuadros envueltos en una bruma sutil. Y además de las formas, hay que fijarse en el colorido, que utiliza y reutiliza, para que cada edificio o cada horizonte logren el mayor grado de compenetración con el momento estampado. Es la consecuencia de un trabajo que supone un tiempo de reflexión, para desarrollar la obra de la forma más más cautivadora. Esas atmósferas efímeras no tienen nada de pasajeras; más bien son retratos permanentes, visiones de toda una vida que el autor transmite a los espectadores.